Debía tener 8 o 9 años, o quizá
menos, cuando el Tío Carlos nos llevó, junto a mis primos, a ver el entorno del
Pino y la Mora. Recuerdo perfectamente subir al cerro de la Parra por la parte del Vacibo y observar en la superficie una
gran cantidad de fragmentos cerámicos que, por aquel entonces, simplemente nos
llamaban la atención, pero que nadie sabía interpretar. Mi abuelo Ramón ya me
había llevado a cazar esparveros por la zona del Sillón de la Reina y la leyenda de los huesos con tuétano de la Reina Mora formaba un imaginario de
historias en mi mente infantil.
Con los años, y doy un salto
gigante, terminé cursando la Licenciatura de Historia en la Universidad de
Zaragoza. Allí, entre otras cosas, aprendí a indagar en los archivos
históricos, a buscar las fuentes originales y a interpretarlas. De este modo,
en las asignaturas propias de arqueología, pasaron por mis manos muchos
materiales que yo ya había visto en mi niñez y que me habían despertado un
interés particular.
Cuando regresaba los fines de semana
a casa para ver a la familia y jugar con la U.D. Binaced, empecé a merodear
aquellos lugares que ya conocía, pero que necesitaba inspeccionar con mayor
profundidad. De repente y para mi sorpresa, empiezo a identificar, interpretar
y comprender el uso y tipología de muchos de esos materiales que afloran en la
superficie: molinos de vaivén prehistóricos reutilizados en los muros
medievales del Castillo de Carboneras,
cerámica tosca con decoraciones propias de la Edad del Bronce, cerámica
vidriada medieval, pero hay una cosa que despierta mi curiosidad en la Parra: la gran cantidad de fragmentos
cerámicos decorados con motivos geométricos, de tonos vinosos, con una cocción
oxidante y siendo la mayoría de estos fragmentos, una vajilla muy fina hecha a
torno. Sigo indagando en los barrancos y BOOM,
empiezan a salir fragmentos de kalathos (recipiente emblemático en la cultura
íbera), y escorias de haber hecho fundiciones, y fragmentos de cerámica del
tipo campaniense (cerámica de importación). En definitiva, poco a poco me fui
dando cuenta que aquello era un asentamiento íbero de hacía más de 2000 años.
Paralelamente, comencé a forjar una
amistad con dos vecinos que ya habían frecuentado esos lugares antes que yo y
con los que me unía también la pasión por el conocimiento del pasado en
Binaced: Daniel Irigaray, secretario del Ayuntamiento y David Alamán, el
rastreador, dibujante y autodidacta local.
Daniel había colaborado con un grupo de aficionados a la arqueología en
Binaced en los años 90. De ese grupo, con apoyo municipal, se llegaron a montar
dos vitrinas con materiales arqueológicos en un espacio del Local Social junto
a la biblioteca antigua.
Allá por el 2012, a través de la
Asociación El Pino, junto a Berta Citoler y Rocío Guarné, y con la colaboración
de CEHIMO, logramos montar una exposición arqueológica con gran cantidad de
materiales hallados en Binaced y en su entorno más inmediato (Ripol, la Mora, Civiacas, las Faceras, etc). Ana Carilla, la técnico
de Patrimonio de la Comarca nos echó una mano para la inauguración. Y, aunque
para mí, esto fue una gran satisfacción, faltaba algo… poder excavar legamente
en un yacimiento inédito que no se mencionaba en ningún libro, ni estudio, ni
carta arqueológica. Excavar en la Parra.
Tras varios intentos y propuestas
que no se materializaron por diferentes motivos, el año pasado, Javier Sorinas,
como alcalde, me acompaño a visitar a la familia Vendrell en Almacellas,
propietarios de los terrenos que incluyen todo el entorno del Pino, la Mora y la Parra. La buena
voluntad de la propiedad posibilito un permiso, que, junto al otro permiso
legal del Gobierno de Aragón, sentaron los cimientos para poder acometer unas
catas arqueológicas en el cerro en cuestión. Ayuntamiento y CEHIMO financiaron
la excavación, lo cual, siempre agradeceré, pues sin ellos, no hubiéramos
podido comenzar nada.
Oscar Bonilla, compañero de
promoción y arqueólogo profesional, fue el responsable de la excavación
arqueológica. Los trabajaos solamente se prolongaron una semana, y aunque
siempre esperas encontrar algo excepcional, y no siendo el caso, las evidencias
arqueológicas vinieron a demostrar que el asentamiento al menos se remonta al
siglo II a.C. y perdura por varios siglos más.
Para mí, y estoy seguro de que para
nuestro vecino David Alamán también, la sensación que hemos experimentado ha
sido la de abrir un libro que llevaba dos mil años cerrado y nosotros hemos
sido testigos privilegiados al ser partícipes de esa actividad. Un sueño cumplido.
Próximamente, en la revista
“Bolskan”, revista de arqueología del Instituto de Estudios Altoaragoneses se
publicará un artículo con toda la información detallada de los hallazgos y
estudio de los materiales hallados. La Arqueopatrulla, constituidos ya como
asociación, seguiremos trabajando en el estudio, protección y difusión del
patrimonio histórico arqueológico y documental de Binaced.
Santiago Herbera Ibarz
La Arqueopatrulla
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Vista panorámica de los "cerros de Binaced". Foto 2019 |
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Cara norte del cerro de la "Parra". Foto 2024 |
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Santi contempla este maravilloso paraje lleno de historia y que conoce a la perfección, lugar que le atrae y frecuenta a menudo solo, con sus hijos o con sus amigos. Foto 2019 |
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A continuación ocho imágenes de excursiones realizadas en diferentes años por el entorno de la "Parra" con amigos, vecinos, aficionados y arqueólogos. Foto 2016 |
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Foto 2017 |
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Foto 2018 |
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Foto 2019 |
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Foto 2020 |
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Foto 2021 |
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Foto 2022 |
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Foto 2023 |
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Trabajando en la Cata 1 |
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Charla a los niños del Colegio de Binaced junto a la Cata 2 |
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Visita a la excavación de Javier Rey del Gobierno de Aragón |
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Santi junto a la excavación arqueológica realizada el pasado año 2024, cumpliendo uno de sus sueños |