domingo, 17 de febrero de 2019

PUENTE SOBRE EL RÍO CINCA ENTRE MONZÓN Y CASTEJÓN DEL PUENTE


Se ha escrito mucho del espectacular puente de piedra que cruzaba el Río Cinca y unía las localidades de Monzón y Castejón del Puente.

Ubieto indicó que pudo ser de origen romano, como paso del Cinca en la vía romana Ilerda-Osca.

La web de turismo Somontano también lo relaciona con la época romana. Comenta que el río Cinca era conocido como Cinga Rapax (el voraz Cinca), por la bravura de sus avenidas, capaces de destruir los puentes. Era de gran longitud y su trazado, en parte,  llegaba fuera del lecho del río, en previsión de posibles aluviones. Fue pieza clave en las comunicaciones de la zona y en sus cercanías se llegó a formar un poblado llamado "El Pon". Este puente continuó en uso durante toda la edad media, hasta bien entrado el siglo XVI. Su destrucción definitiva se produce durante las Guerras Carlistas en el siglo XIX. A partir de ese momento y ante la necesidad de buscar una alternativa para cruzar el río, se levantó, junto al viaducto, un embarcadero y una caseta para el barquero con sillares reaprovechados de las pilastras.

Iglesias escribe: "El puente fue la razón de ser castillo primero y del lugar de Castejón en el curso de la Historia”.

Magallón concluye que, bien pudo ser construido por los árabes y que fue sometido a constantes reparaciones, según figura en la documentación medieval.

El SIPCA lo describe diciendo: “Quedan restos significativos, consistentes en las pilas de sillería con tajamares y uno de los estribos. Se trata de una gran construcción de unos 300 m y alrededor de 20 arcos. En la actualidad se conservan 12 pilas. Las de la orilla izquierda son las de más reciente construcción. Realizadas con sillería de pequeño tamaño y relleno, en el que se incluyen fragmentos de sillares, soportaron arcos carpaneles. En algunos puntos, este aparejo recubre otro más antiguo de sillares dispuestos a tizón. Las pilas dispuestas en el cauce están construidas con aparejo más pequeño e irregular. Los sillares de las pilas de la orilla derecha son estrechos y alargados”.

En 2016 se presenta el libro “Historia del puente de piedra sobre el Río Cinca entre Monzón y Castejón del Puente”, escrito por Ernesto Baringo Jordán y Ernesto Baringo Ezquerra, sin duda la obra más completa que existe del puente, con ocho años de investigación.  Lo data en la primera  mitad del siglo XIV, (baja edad media). Tenía personalidad jurídica y lo gestionada la Hermandad de San Salvador, atendiendo a los viajeros, cobrando aduana y  encargándose  de su seguridad y buen funcionamiento. Obra realizada con un método constructivo muy depurado, de gran envergadura, con 415 m de longitud, 21 arcos de 15 m de luz, 10 m sobre las agua y con tablero horizontal de 4,75 m. Estaba considerado como uno de los más importantes de la Corona de Aragón.

La Arqueopatrulla


En esta foto analógica de 1980 se observan tres pilas del puente




Detalle de una de las pilas. Foto analógica de 1980



Llama la atención lo limpio que estaba el cauce del Río Cinca en 1980



Otra imagen de los años 80 de la familia de Daniel, y al fondo, una de las pilastras tumbadas




En 2015 la maleza rodeaba todas las pilas del puente




En 2017 se había formado un tupido bosque de chopos que hacía imposible acceder a los restos del puente



Lámina obtenida de la web "Turismo Somontano" que muestra una recreación del puente



En febrero de 2019 volvimos a visitar el puente con el coautor del libro, "Historia del puente de piedra sobre el río Cinca entre Monzón y Castejón del Puente", Ernesto Baringo.
En la foto Daniel, Ernesto Baringo, Manuel Alamán, David y Santi.

Portada del Libro escrito por Ernesto Baringo Jordán y Ernesto Baringo Ezquerra





Accedimos a los restos del puente, por una senda que ha realizado la Comarca del Cinca Medio.
Todas las fotos que vienen a continuación están hechas en nuestra última visita al puente, en febrero 2019






Lo primero que nos encontramos es la Acequia de la Ribera que va paralela al río en su marcen izquierda




Manuel, Ernesto, Santi y David, bajando las escaleras para llegar al lecho del Río Cinca




En esta ocasión también nos acompañó Manuel Alamán, que comparte, como nosotros, la afición a la arqueología y al patrimonio de nuestra tierra


Con David en lo alto de una de las pilas, podemos comprobar la altura (10 m), que llegó a tener el puente sobre las aguas




Santi examina los mechinales y modillones

Varias pilas que permanecen dentro del cauce del río
El puente contaba con 21 arcos, de 15 m de luz






Grupo que comparte aficiones, que contrasta opiniones y puntos de vista sobre el terreno, con el objetivo de poner en valor nuestro patrimonio y la historia de nuestro pasado



Ernesto, sentado en una de las pilas, nos explica con todo tipo de detalles, la construcción de esta obra de una magnitud colosal para el siglo XIV


Manuel observa una de las pilas de sillería de la parte izquierda



Ernesto comenta  la importancia de los tajamares, construidos con sillares de gran tamaño para soportar las fuertes avenidas que periódicamente traía el Río Cinca



Uno de los detalles más llamativos que se conserva, es un sillar que sobresale del resto y que parece representar un escudo con una cruz 



Se pueden apreciar bastantes sillares almohadillados en su cara principal, que presentan rehundidos entre las juntas de profundidad y anchura uniformes


Ernesto tiene localizadas todas las marcas de cantero que quedan en los sillares



Se aprecian a simple vista diferentes marcas de canteros



Sistema de socalce de sillares con ripio



Restos de argamasa entre sillares



Posible cruz tallada en un sillar, aunque hay que tener en cuenta, que la erosión también puede ser muy caprichosa con sus formas



Interesante forma de encajar los sillares engatillados, en algunas partes de las pilas



Manuel y Santi siguen con atención las explicaciones de Ernesto



Materiales empleados para el relleno de las enormes pilas



Un grupo de ecologistas que se encontraba por el río, también se unió a la visita guiada que nos hizo Ernesto Baringo




Para levantar un arco era necesario crear un armazón de madera, que sujetara provisionalmente la estructura (cimbra), hasta que se colocaban todas las dovelas del arco. Los agujeros que se observan en la imagen, eran donde estaba anclada la cimbra. 



Dada la atura y el peso de las arcadas, también se ayudaban con vigas de madera ancladas en la base de las pilastras, para sujetar con más fuerza la cimbra



La erosión es evidente en muchos sillares



También se observa la mano del hombre a la hora de arrancar sillares de las pilas, en buen estado,  para reutilizarlos en otros lugares o para otros menesteres



Queremos desde este blog agradecer a Ernesto Baringo, la visita guiada y la atención  de compartir sus conocimientos con todos nosotros




Interesante jornada en los restos de un puente, considerado como uno de los más importantes de la Corona de Aragón y que a día de hoy, sus pilas siguen aguantando las embestidas del Río Cinca.
Daniel, Ernesto, Manuel David y Santi



A continuación 4 imágenes de una excursión realizada en 2019 con  tres hermanas Defior y sus conyuges, Javier de Valcarca, Angelita, David, Santi y Daniel de la arqueopatrulla y Jesús Guerrero, Diputado de las Cortes de Aragón





Daniel, Pilar, Teresa e Iñaki de excursión por el Cinca



domingo, 3 de febrero de 2019

LABITOLOSA (La Puebla de Castro)


Ciudad romana situada en lo alto  del Cerro Calvario, en  la localidad de la Puebla de Castro, un lugar estratégico que domina perfectamente el Valle del Ésera.

Se desarrolló entre los s. I a. C. y finales del s. II d. C., y todo indica que su misión fue la de  controlar y organizar los territorios y vías junto al Pirineo.

Un equipo de investigadores de las universidades de Burdeos y Zaragoza, están llevando a cabo conjuntamente, campañas de excavación desde 1991.

Destacan, entre los restos localizados, el edificio de la Curia, con pedestales de esculturas y varias inscripciones en su emplazamiento original. Además de dos edificios de baños públicos, con sus respectivas salas frías, templadas y calientes, consideradas como el vestigio de termas romanas más complejo y mejor conservado, de todo el ámbito pirenaico.

Llama poderosamente la atención, que esta importante ciudad no aparezca en las fuentes literarias romanas conocidas, ni siquiera en el texto de la Naturalis Historia de Plinio, en el que se nombran las ciudades principales del convento jurídico cesaraugustano.

Según la investigadora, M. A. Magallón, autora del libro "La red red viaria romana en Aragón", comunica, a través de una vía secundaria romana, Gallica Flavia (Fraga), Tolous (Monzón) y Labitolosa, por la margen izquierda del Río Cinca, pero se desconoce el punto exacto por donde se cruzaba el Río Ésera, para acceder a Labitolosa, ya que no queda vestigio alguno de puente romano, que lo acredite.

El urbanismo, los monumentos y especialmente los textos epigráficos encontrados, nos permiten conocer datos de la nobleza que residía en Labitolosa, ciudad de la época Flavia. Claro ejemplo es el texto de un pedestal,  dedicado a Marco Clodio Flacco, que llegó a ser caballero romano y del que conservamos cuatro epígrafes, Cornelia Neilla, su esposa y otros como Lucio Aemilio Attaeso, Sexto Lunio Silvino y Cornelio Philemon, que vivieron durante la primera mitad del s. II d. de C. Sus nombres y sus honores públicos, reflejan la estructura social, propia de las élites municipales hispanas de la época.

El Yacimiento de la ciudad hispano romana Labitolosa, está declarado Bien de Interés Cultural y Bien de Interés Turístico de Aragón.

La Arqueopatrulla

El yacimiento de Labitolosa se encuentra en lo alto de un cerro de la Puebla de Castro y ocupa 12 has.
Foto Patrimonio Cultural de Aragón del Gobierno de Aragón





Plano de las termas.
Imagen obtenida de la Web Patrimonio Romano de Aragón





Recreación digital de la curia romana de Labitolosa, en el Museo de Huesca.
Fotografía de Heraldo de Aragón



M.A. Magallón, en su Libro "La red viaria romana de Aragón", comunica a través de una vía secundaria, Gallica Flavia (Fraga), Tolous (Monzón) y Labitolosa




Las excavaciones en la ciudad romana de Labitolosa comienzan de forma sistemática en el año 1991.
Foto analógica de 1993



Imagen de las primeras campañas de excavación.
Foto analógica de 1993



Daniel y su familia en una visita a Labitolosa.
Imagen 1993



Otra imagen de 1993



Clara, sentada en uno de los muros.
Imagen de 1993



Cartel informativo de la ciudad hispano-romana de Labitolosa.
Imagen de 2018

En Junio de 2018, se realizó el XIX Curso de Pequeños Arqueólogos que organiza CEHIMO, impartido por Santiago Herbera, Licenciado en Historia y miembro de Blog Impreso en Piedra. Foto 2018





El tema era el mundo romano y que mejor escenario que Labitolosa para que los niños pudieran conocer, in situ, una ciudad romana. Foto 2018




Los niños llegando al yacimiento de Labitolosa. Foto 2018



La guía del yacimiento romano dando explicaciones al grupo. Foto 2018



José Luís Montaner de CEHIMO, tomando fotografías dentro de la curia. Foto 2018



Los niños dentro de la  curia romana de Labitolosa, lugar donde se tomaban las decisiones mas importantes de la ciudad . Foto 2018



En la actualidad han colocado unas réplicas exactas de los pedestales  con inscripciones encontrados. Foto 2018




Pedestales originales con sus inscripciones. Imagen obtenida de la Web Huesca la Magia



Imagen de todo el grupo delante del edificio de la curia. Foto 2018



El grupo atento a los comentarios de la guía, en esta ocasión dentro del recinto de las termas romanas. Foto 2018




Detalle de las termas. Foto 2018




Otra imagen de las termas que contaban con salas frías, templadas y calientes. Foto 2018




Estos baños públicos, están considerados como las termas romanas más complejas y mejor conservadas de todo el ámbito pirinaico. Foto 2018



Detalle del suelo de las termas. Foto 2018


En el yacimiento también se pueden observar otros restos como esta columna. Foto 2018



Después de visitar Labitolosa, obligatoriamente hay que dar un paseo por la Puebla de Castro, un precioso pueblecito de calles estrechas, soportales y pasajes cubiertos, motivo por el cual ha sido declarado bien de interés turístico de Aragón. Foto 2018