Trabajar la piedra es un arte que se inició en la mismísima prehistoria, como queda patente con la arquitectura megalítica que ha llegado hasta nuestros días.
Egipcios, griegos y romanos, fueron perfeccionando la técnica de la cantería.
Pronto se dieron cuenta que las construcciones en piedra eran más fuertes y más seguras que las de madera.
En la Edad Media los canteros empiezan a tener su importancia en la escala social, apareciendo la figura del maestro de obras, que salvando las distancias, eran los actuales arquitectos.
Realeza, Clero y Señores Feudales, que atesoran las mayores fortunas, encargan las grandes construcciones: castillos, iglesias, puentes, plazas, palacios, necrópolis…
El oficio de cantero es tan importante que marcan sus trabajos con signos denominados “marcas de cantero” para conocer la producción de estos antiguos artesanos.
Utensilios como escuadras, compases y metros, además de herramientas como cuñas, mazos, picos, martillos, sierras, cinceles, punzones, cepillos, o plomadas, eran sus instrumentos habituales de trabajo.
Nuestro grupo ha querido siempre experimentar la mayoría de trabajos y oficios relacionados con las actividades que realizamos. Hemos trabajado la arcilla y su cocido en un horno, reconstruído una arcada de medio punto, reproducido un miliario... Ahora tocaba probar con los trabajos de cantería y nuestro amigo y compañero de la Arqueopatrulla, David “el rastreador”, ha querido ensayar en este campo.
A continuación mostramos diversas fotografías de su trabajo como cantero.
La Arqueopatrulla
Este post está dedicado a Jairo, el nuevo miembro de La Arqueopatrulla, que nació el 20 de agosto de 2021 y que a buen seguro nos acompañará con sus hermanos Lizer e Iñigo a las muchas excursiones que hacemos, intentando acercar y dar a conocer el patrimonio cultural y arqueológico de nuestra tierra.
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